Carlos Llamas, in memoriam para siempre
Articulo de Opinión de Carlos Carnicero
La muerte es el tejado que todos llevamos encima. Es el único episodio irremediable de la vida y cuando sucede tan cerca, tan próximo, tan hiriente su golpe deja sin aliento; solo se puede recuperar con el empuje mismo de la vida.He trabajado catorce años al lado de Carlos Llamas. En largas noches de sobresalto y en calidos días sin noticias. Le he visto reaccionar ante el poder, ante la miseria y ante la vanidad: su respuesta siempre estuvo soportada en su amplio corazón, en un profundo descreimiento de las cosas de ese mundo y en una respuesta profesional profunda. Era insumiso ante el poder, agrio frente al halago, sólido ante los compañeros, escéptico ante la vanidad. Llamas era sublime porque era soberbio ante los poderosos y humilde ante los iguales; incisivo y escueto frente a los prepotentes y amigo de sus amigos. La última frase que me dijo hace cuatro días, agarrándome fuerte de la mano, fue: ³Carni, esto es una putada². Llegamos a entendernos con un cruce de miradas a la sombra de los micrófonos de la SER. En las noches duras de los más crueles atentados y en los días en que el fútbol casi no dejaba sitio a la noticia. Irreverente frente a los superiores, crítico ante las cosas establecidas, pudo haber utilizado el inmenso poder que le daban los micrófonos de Hora 25 para engordar su vanidad y para separarse de los suyos: nadie podrá decir que le emborracho lo más mínimo la fama, el prestigio o el poder que acumuló en el estudio central de la Cadena Ser. Hace quince días un amigo me avisó del desenlace. Vine de La Habana sólo para darle un beso. Le tengo que agradecer, además de tantas cosas, que transigió en tenerme en la distancia, cuando le daba tanta gusto que la mesa del estudio de la Cadena Ser fuera una camilla de brasero. No me puedo acostumbrar a su ausencia y a partir de ahora, cada noche, va a ser un poco más oscura.
2 comentarios:
La muerte es así. Sobre todo si te roza de cerca. El lunes hace un año que murió mi madre, y duele. Lo importante, es quedar de alguna manera. Que no te olviden. Que como Carlos Llamas queden fotos suyas en los blogs, o una foto de mi madre, al lado de mi cama. Así no se muere uno del todo.
Siento lo de tu madre Alfonso. Aunque no os conozco ni a ti ni a ella, seguro que era una buena mujer que fue capaz de educar a un hijo como tu con esas ideas.
Tienes razón, uno nunca muere, mientras se acuerden de él. Esperemos que nuestra buenas acciones nos hagan no morir nunca.
Un saludo!
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