miércoles, 14 de noviembre de 2007

Cinco años después del Prestige

Los responsables no han ido a juicio y muchos de los voluntarios que limpiaron la costa sufren aún las secuelas

Noticia publicada en www.elplural.com

Ayer se cumplieron cinco años de la tragedia del Prestige, el buque petrolero que vertió en las costas Gallegas más de 60.000 toneladas de fuel provocando la mayor catástrofe ecológica de nuestro país y una de las más graves del mundo. Cinco años después, el chapapote sigue estando de actualidad: por un lado, ninguno de los procesados se ha sentado aún en el banquillo para asumir responsabilidades por la catástrofe. Por otro, los más de 300.000 voluntarios que participaron en las labores de limpieza de las costas podrían sufrir afecciones respiratorias y cromosómicas debido a la escasa protección que tuvieron durante estos trabajos.
El 13 de noviembre de 2002 el buque petrolero Prestige provocaba la mayor catástrofe ecológica de nuestro país al arrojar a las costas gallegas miles de toneladas de fuel, provocando daños irreparables en el ecosistema de la zona. La falta de pericia del capitán de la nave, el griego Apostolos Mangouras, y una serie de decisiones equivocadas por parte del Gobierno central y regional (en aquel momento ambos en manos del PP) desencadenaron los incidentes que supusieron los vertidos tóxicos al mar y el posterior hundimiento del buque el 19 de noviembre.
700 toneladas más de fuel
Han pasado cinco años y poco a poco las playas gallegas se han ido recuperando y, con ellas, el sector pesquero. En el interior del pecio del buque quedan aún unas setecientas toneladas de petróleo que, según los técnicos, son imposibles de extraer. Durante este tiempo, el barco ha sufrido escapes sistemáticos del combustible que, según los expertos, no tendrán mayores consecuencias para el ecosistema.
Sin culpables
Aunque la situación parece haberse normalizado bastante, lo cierto es que el caso del Prestige sigue sin tener culpables. Un juzgado de La Coruña mantiene abiertas diligencias penales por presuntos delitos contra el medio ambiente contra el capitán de la nave, su jefe de máquinas y su primer oficial. También se tendrá que sentar en el banquillo José Luis López Sorx, director general de la Marina Mercante en 2002. Sin embargo, esta sala aún no ha tomado ninguna determinación sobre los imputados, y hasta ocho jueces, según denunció el diario El País, han pasado por el caso.
Problemas de salud
Más allá de los problemas judiciales, hay también diversos problemas de salud. Muchos de los más de 300.000 voluntarios que trabajaron en la limpieza de las costas recogiendo chapapote podrían llegar a desarrollar cáncer debido al contacto directo y prolongado con las sustancias tóxicas. Además, el Gobierno ha admitido que muchos de los voluntarios sufren hoy día problemas respiratorios y daños cromosómicos.
La revista Interviú publicó un reportaje en el que explica como estudios epidermológicos reconocen que muchos pescadores, militares e incluso voluntarios corrieron un gran riesgo por recoger chapapote sin utilizar ninguna medida de protección. Muchos de ellos afirman que sufrieron fuertes problemas respiratorios en los días posteriores a la limpieza de las playas, enfermedades que, en algunos casos, se han vuelto crónicas para quienes estuvieron mucho tiempo expuestos a los gases tóxicos provenientes del fuel.
"Más que incompetencia, indefensión"
Tal vez a ellos se refería también el actual vicepresidente de la Xunta Galega, Anxo Quintana, durante los actos conmemorativos que se celebran desde el pasado dos de noviembre, cuando afirmó que en aquellos días “lo que sufrió Galicia, más que incompetencia, fue indefensión”. A esos voluntarios, y también al nacimiento espontáneo Nunca Máis, que tomó parte activa en la solución de la catástrofe, les agradeció que se “autorresponsabilizaran” ante “la ineficacia del Gobierno Central y la dejadez de responsabilidades del gallego”.
Siguen las consecuencias
En cualquier caso, lo que sí parece claro es que, cinco años después de la catástrofe, el Prestige sigue coleando consecuencias, y lo seguirá haciendo durante bastante tiempo en vista la lentitud de los procesos judiciales y de las más que probables consecuencias sanitarias para quienes vivieron más de cerca la tragedia del chapapote.

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