miércoles, 17 de diciembre de 2008

Con Madoff los ricos picaron como paletos

Bernard Madoff, setenta años, en libertad condicional tras pagar una fianza ridícula, diez millones de dólares, no es el primer gran nombre de la catástrofe financiera que hay que atribuir a Lehman Brothers, unos hermanos respetables que subieron la entidad hasta el cuarto puesto entre los bancos de inversión del mundo, antes de quebrar. Madoff no es el primero pero pudiera tener el privilegio de dar nombre a la crisis. Su gigantesca estafa, la más grande que vieron los siglos, pudiera dar la razón a quienes sostienen que no se restablecerá la confianza pública y, por tanto, no se iniciará una senda de recuperación hasta que se hayan producido unas cuantas quiebras ejemplares, hasta que los ciudadanos no tengan la sensación de que se ha limpiado toda la porquería escondida en las más primorosas alfombras y encerrado en instituciones del Estado a los piratas de las finanzas.
Lo que más sorprende en este escándalo es, además de la dimensión de lo robado – Madoff evalúa su timo en 50.000 millones de dólares, unos 38.000 millones de euros - lo manido de la estafa, su nula imaginación, el recurso al viejo timo de la pirámide usado desde que se inventó el dinero y que consiste en pagar unos intereses interesantes – entre el diez y el quince por ciento, subiera o bajara la Bolsa - con el dinero de los nuevos clientes. Nada demasiado sofisticado, nada digno de Mr. Madoff, un personaje de referencia en la comunidad, el rey de los “hedge funds” los fondos de inversión libres hasta el libertinaje pensados para ricos, un broker que fue presidente de todos los broker, del Nasdaq, que llevaba estafando a sus clientes desde 1960 a través de una sociedad aparentemente impecable denominada Bernard L. Madoff Investment Securities; tan impecable como parecían WordCom en la crisis de las “puntocom” o la eléctrica Enron donde nada era lo que parecía con la diferencia de que un simple despacho como el de Madoff ha estafado cinco veces más que las compañías aludidas. Y es que, a diferencia de los tradicionales timos de la pirámide o de la estampita, no han “picado” en esta gente pobre y de escasa formación e información sino la crema de las finanzas, los más avisados, los más poderosos, los mejor informados, los más envidiados, los grandes banqueros, las grandes fortunas. Hay que decir en su descargo que a tal estafador, tal estafado; el timador no era un delincuente de los bajos fondos sino un personaje laureado y aplaudido por sus obras de caridad aunque sería excesivo considerarle como un heredero de Robin Hood. Ya ni siquiera nos sorprende que la SEC y demás vigilantes del mercado americano no detectaran irregularidad alguna a lo largo de tantos años y a pesar de algunas denuncias presentadas. Harvey Pitt, ex presidente de la SEC ha sido uno de los primeros en expresar lo sorprendente de la impunidad del personaje. La venerable mano de Madoff ha penetrado con la habilidad del carterista más avezado en los bolsillos de muchos españoles cuya lista quizás no conozcamos nunca en toda su extensión aunque sí sabemos los apellidos de los campeones de los hedge funds: Koplowitz, Del Pino, Abelló y compañía. El presidente del primer banco español, Emilio Botín, ha reconocido 2.330 millones de euros encauzados por su grupo bancario. Francisco González, presidente del segundo asegura que el impacto en los clientes del BBVA ha sido mucho menor – unos 30 millones de euros - y ha comunicado a la CNMV que el banco podría sufrir unas pérdidas máximas de 300 millones de euros en el caso de que los fondos adquiridos de Madoff tuvieran un valor cero. Recuérdese que Francisco González culpó a los hedge funds, los fondos descontrolados, de ser el origen de la Gran Crisis. José García Abad es periodista, escritor, director de El Siglo y analista político -->
Lo que más sorprende en este escándalo es, además de la dimensión de lo robado – Madoff evalúa su timo en 50.000 millones de dólares, unos 38.000 millones de euros - lo manido de la estafa, su nula imaginación, el recurso al viejo timo de la pirámide usado desde que se inventó el dinero y que consiste en pagar unos intereses interesantes – entre el diez y el quince por ciento, subiera o bajara la Bolsa - con el dinero de los nuevos clientes. Nada demasiado sofisticado, nada digno de Mr. Madoff, un personaje de referencia en la comunidad, el rey de los “hedge funds” los fondos de inversión libres hasta el libertinaje pensados para ricos, un broker que fue presidente de todos los broker, del Nasdaq, que llevaba estafando a sus clientes desde 1960 a través de una sociedad aparentemente impecable denominada Bernard L. Madoff Investment Securities; tan impecable como parecían WordCom en la crisis de las “puntocom” o la eléctrica Enron donde nada era lo que parecía con la diferencia de que un simple despacho como el de Madoff ha estafado cinco veces más que las compañías aludidas. Y es que, a diferencia de los tradicionales timos de la pirámide o de la estampita, no han “picado” en esta gente pobre y de escasa formación e información sino la crema de las finanzas, los más avisados, los más poderosos, los mejor informados, los más envidiados, los grandes banqueros, las grandes fortunas. Hay que decir en su descargo que a tal estafador, tal estafado; el timador no era un delincuente de los bajos fondos sino un personaje laureado y aplaudido por sus obras de caridad aunque sería excesivo considerarle como un heredero de Robin Hood. Ya ni siquiera nos sorprende que la SEC y demás vigilantes del mercado americano no detectaran irregularidad alguna a lo largo de tantos años y a pesar de algunas denuncias presentadas. Harvey Pitt, ex presidente de la SEC ha sido uno de los primeros en expresar lo sorprendente de la impunidad del personaje. La venerable mano de Madoff ha penetrado con la habilidad del carterista más avezado en los bolsillos de muchos españoles cuya lista quizás no conozcamos nunca en toda su extensión aunque sí sabemos los apellidos de los campeones de los hedge funds: Koplowitz, Del Pino, Abelló y compañía. El presidente del primer banco español, Emilio Botín, ha reconocido 2.330 millones de euros encauzados por su grupo bancario. Francisco González, presidente del segundo asegura que el impacto en los clientes del BBVA ha sido mucho menor – unos 30 millones de euros - y ha comunicado a la CNMV que el banco podría sufrir unas pérdidas máximas de 300 millones de euros en el caso de que los fondos adquiridos de Madoff tuvieran un valor cero. Recuérdese que Francisco González culpó a los hedge funds, los fondos descontrolados, de ser el origen de la Gran Crisis.
Artículo de Opinión de José García Abad, periodista, escritor, director de El Siglo y analista político

No hay comentarios: