Los escándalos impunes de la derecha: del caso Naseiro al tamayazo
¿Trata la Justicia con guante blanco los casos de corrupción en el PP?
Los dirigentes populares han convertido en deporte nacional hablar de los escándalos ajenos –véase a Cospedal hablando del capitán Khan o a Aguirre llamando a consejeros de Leguina a la Asamblea- cuando se les pregunta por los propios, aunque para ello haya que volver 10 años atrás –o más-. La revista El Siglo les ha tomado la palabra y ha retrocedido con todas sus consecuencias. El balance es nefasto: los distintos escándalos de corrupción acontecidos en el seno del PP, a diferencia de los del PSOE, no se han saldado con consecuencias políticas o jurídicas. Desde el tamayazo de Aguirre hasta el salmón de Soria, pasando por Naseiro y Fabra, la historia demuestra que, aunque en el PP se promulguen “luces y taquígrafos” o “manos en el fuego”, a los de Rajoy en realidad les va el maquillaje.
Seguramente el tamayazo sea el escándalo más recordado de la democracia reciente. Aunque ahora la presidenta madrileña, respaldada por la mayoría absoluta de su segunda legislatura, arremeta duramente contra los trásfugas que arrebataron la alcaldía de Pinto a la popular Miriam Rabaneda, otro gallo cantaba en 2003.
Tamayo y Sáez
Entonces, su liderazgo tambaleante se afianzó gracias a los dos trásfugas más tristemente célebres de la España moderna: Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que convirtieron la que debía ser la investidura de Rafael Simancas en la mayor crisis del Partido Socialista de Madrid –al punto que hubo que rebautizarle-. Ambos se ausentaron de la votación, asegurando que no estaban dispuestos a pactar con IU para que gobernara el socialista, pero aquel cambio súbito estuvo plagado de casualidades.
Muchas casualidades
Por ejemplo, que Juan José Expósito, un escolta que ahora trabaja a las órdenes del grupo Intereconomía, empezó a protegerles tan sólo dos días después de las elecciones. O que este mismo grupo realizó la publicidad del partido independiente fundado por Tamayo y Sáez tras su deserción. O que uno de los constructores favoritos del PP, Francisco Bravo, reservó el Hotel donde se refugiaron los trásfugas. O que el desertor llamó varias veces a este empresario.
El Fiscal obstaculiza
Tantos indicios no bastaron para que hubiera responsabilidades judiciales: el ex ministro de Justicia y entonces fiscal de Madrid, Mariano Fernández Bermejo, tropezó con el Fiscal General del momento Jesús Cardenal, y sus denuncias de que estaba obstaculizando la investigación cayeron en saco roto. En la Asamblea ocurrió algo similar a lo que acontece actualmente con el espionaje: los tejemanejes de Aguirre hicieron de lo de “luz y taquígrafos” una utopía.
Caso Fabra
Y si el tamayazo hiere porque parece olvidado –la mayoría absoluta ha dado alas a la lideresa-, el caso Fabra lo hace porque el dirigente, a pesar de estar acusado de nueve delitos contra la Administración y Hacienda públicas, parece más fuerte que nunca. Tanto que se permite poner las manos en el fuego por el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps. Y aunque el PP haya cerrado filas con él continuamente, el presidente de Castellón tiene una investigación abierta desde 2003.
Los ingresos injustificados
Fabra ha movido en cinco años 15 millones de euros de los cuales seis no están justificados. Además, ha recibido múltiples ingresos en efectivo por cantidades que incluso superan los 100.000 euros, y una veintena de sus cuentas han sido intervenidas por la Fiscalía Anticorrupción. A pesar de esto, su caso se eterniza en el Juzgado número 1 de Nules, por el que ya han pasado siete jueces –nadie quiere instruirlo- y el popular, entre tanto, se da el lujo de descalificar a la oposición y la prensa.
El salmón de Soria
En 2008, también el presidente del PP canario –y ex vicepresidente de las islas- José Manuel Soria, fue imputado por un presunto delito de cohecho y prevaricación en el que se ha llamado Caso Salmón. Soria fue invitado por el empresario Björn Lyng a visitar Noruega y participar en la pesca de salmón. Sospechosamente, dos meses después, el millonario salió favorecido por un informe del popular que le autorizaba a construir 3.600 camas en su complejo turístico en Canarias. En el informe se han detectado “un gran número de anomalías” y la jueza instructora, Margarita Varona, mantiene la imputación.
Caso Naseiro
Más lejos en el tiempo queda el Caso Naseiro que pudo haberle costado la cabeza a Eduardo Zaplana, antiguo barón de Valencia. Y es que, en 1988, la Brigada de Estupefacientes comenzó a investigar un supuesto tráfico de drogas, y pinchó la línea del concejal del PP en Valencia, Salvador Palop –fallecido hace un año-. Una media de 40 conversaciones al día fueron intervenidas, pero las temáticas no sólo incluían las drogas: la mayoría se referían a negocios fraudulentos de carácter inmobiliario que, en muchos casos, se destinaban a financiar ilegalmente el partido.
Zaplana también
En el proceso fueron detenidos Rosendo Naseiro, entonces tesorero del grupo, y el mismo Palop. El fiscal solicitó para ellos nueve meses de prisión y una multa de 31,5 millones de pesetas pero el abogado defensor solicitó que se anularan las conversaciones como pruebas por vulnerar el derecho a la intimidad: sin esta prueba, fue imposible condenarles. Para la historia, sin embargo, han quedado las frases de Zaplana a Palop: “Me tengo que hacer rico porque estoy arruinado”. Cabe mencionar que la afición del PP a defenderse con ataques, no se detiene ni ante sus propias filas: a finales de enero, cuando el presidente fundador Manuel Fraga se refirió al Madridgate diciendo que en sus "tiempos estas cosas no pasaban", fue la misma Aguirre quien le echó en cara este escándalo.
El AVE de Yebes
En 1998, el organismo Gestor de Infraestructuras Ferroviarias, decidió que la primera parada del AVE Madrid-Barcelona fuese Yebes, una minúscula localidad a ocho kilómetros de Guadalajara. La idea fue tan sorprende como absurda: la misma Guadalajara contaba con 67.000 habitantes, mientras Yebes tenía apenas 217 vecinos -actualmente tiene unos 525-.
Aguirre, otra vez
En esta trama otra vez sale el nombre de Esperanza Aguirre, si bien aflora indirectamente. Y es que su marido, Fernando Ramírez de Haro, era el sobrino de Teresa Micaela Valdés, la propietaria el enclave en el que desembocaría el AVE. Ramírez de Haro también salía favorecido por el trato: las 1610 hectáreas que él y sus hermanos tenían en la zona se revalorizaron.
Fuente: www.elplural.com
Los dirigentes populares han convertido en deporte nacional hablar de los escándalos ajenos –véase a Cospedal hablando del capitán Khan o a Aguirre llamando a consejeros de Leguina a la Asamblea- cuando se les pregunta por los propios, aunque para ello haya que volver 10 años atrás –o más-. La revista El Siglo les ha tomado la palabra y ha retrocedido con todas sus consecuencias. El balance es nefasto: los distintos escándalos de corrupción acontecidos en el seno del PP, a diferencia de los del PSOE, no se han saldado con consecuencias políticas o jurídicas. Desde el tamayazo de Aguirre hasta el salmón de Soria, pasando por Naseiro y Fabra, la historia demuestra que, aunque en el PP se promulguen “luces y taquígrafos” o “manos en el fuego”, a los de Rajoy en realidad les va el maquillaje.
Seguramente el tamayazo sea el escándalo más recordado de la democracia reciente. Aunque ahora la presidenta madrileña, respaldada por la mayoría absoluta de su segunda legislatura, arremeta duramente contra los trásfugas que arrebataron la alcaldía de Pinto a la popular Miriam Rabaneda, otro gallo cantaba en 2003.
Tamayo y Sáez
Entonces, su liderazgo tambaleante se afianzó gracias a los dos trásfugas más tristemente célebres de la España moderna: Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que convirtieron la que debía ser la investidura de Rafael Simancas en la mayor crisis del Partido Socialista de Madrid –al punto que hubo que rebautizarle-. Ambos se ausentaron de la votación, asegurando que no estaban dispuestos a pactar con IU para que gobernara el socialista, pero aquel cambio súbito estuvo plagado de casualidades.
Muchas casualidades
Por ejemplo, que Juan José Expósito, un escolta que ahora trabaja a las órdenes del grupo Intereconomía, empezó a protegerles tan sólo dos días después de las elecciones. O que este mismo grupo realizó la publicidad del partido independiente fundado por Tamayo y Sáez tras su deserción. O que uno de los constructores favoritos del PP, Francisco Bravo, reservó el Hotel donde se refugiaron los trásfugas. O que el desertor llamó varias veces a este empresario.
El Fiscal obstaculiza
Tantos indicios no bastaron para que hubiera responsabilidades judiciales: el ex ministro de Justicia y entonces fiscal de Madrid, Mariano Fernández Bermejo, tropezó con el Fiscal General del momento Jesús Cardenal, y sus denuncias de que estaba obstaculizando la investigación cayeron en saco roto. En la Asamblea ocurrió algo similar a lo que acontece actualmente con el espionaje: los tejemanejes de Aguirre hicieron de lo de “luz y taquígrafos” una utopía.
Caso Fabra
Y si el tamayazo hiere porque parece olvidado –la mayoría absoluta ha dado alas a la lideresa-, el caso Fabra lo hace porque el dirigente, a pesar de estar acusado de nueve delitos contra la Administración y Hacienda públicas, parece más fuerte que nunca. Tanto que se permite poner las manos en el fuego por el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps. Y aunque el PP haya cerrado filas con él continuamente, el presidente de Castellón tiene una investigación abierta desde 2003.
Los ingresos injustificados
Fabra ha movido en cinco años 15 millones de euros de los cuales seis no están justificados. Además, ha recibido múltiples ingresos en efectivo por cantidades que incluso superan los 100.000 euros, y una veintena de sus cuentas han sido intervenidas por la Fiscalía Anticorrupción. A pesar de esto, su caso se eterniza en el Juzgado número 1 de Nules, por el que ya han pasado siete jueces –nadie quiere instruirlo- y el popular, entre tanto, se da el lujo de descalificar a la oposición y la prensa.
El salmón de Soria
En 2008, también el presidente del PP canario –y ex vicepresidente de las islas- José Manuel Soria, fue imputado por un presunto delito de cohecho y prevaricación en el que se ha llamado Caso Salmón. Soria fue invitado por el empresario Björn Lyng a visitar Noruega y participar en la pesca de salmón. Sospechosamente, dos meses después, el millonario salió favorecido por un informe del popular que le autorizaba a construir 3.600 camas en su complejo turístico en Canarias. En el informe se han detectado “un gran número de anomalías” y la jueza instructora, Margarita Varona, mantiene la imputación.
Caso Naseiro
Más lejos en el tiempo queda el Caso Naseiro que pudo haberle costado la cabeza a Eduardo Zaplana, antiguo barón de Valencia. Y es que, en 1988, la Brigada de Estupefacientes comenzó a investigar un supuesto tráfico de drogas, y pinchó la línea del concejal del PP en Valencia, Salvador Palop –fallecido hace un año-. Una media de 40 conversaciones al día fueron intervenidas, pero las temáticas no sólo incluían las drogas: la mayoría se referían a negocios fraudulentos de carácter inmobiliario que, en muchos casos, se destinaban a financiar ilegalmente el partido.
Zaplana también
En el proceso fueron detenidos Rosendo Naseiro, entonces tesorero del grupo, y el mismo Palop. El fiscal solicitó para ellos nueve meses de prisión y una multa de 31,5 millones de pesetas pero el abogado defensor solicitó que se anularan las conversaciones como pruebas por vulnerar el derecho a la intimidad: sin esta prueba, fue imposible condenarles. Para la historia, sin embargo, han quedado las frases de Zaplana a Palop: “Me tengo que hacer rico porque estoy arruinado”. Cabe mencionar que la afición del PP a defenderse con ataques, no se detiene ni ante sus propias filas: a finales de enero, cuando el presidente fundador Manuel Fraga se refirió al Madridgate diciendo que en sus "tiempos estas cosas no pasaban", fue la misma Aguirre quien le echó en cara este escándalo.
El AVE de Yebes
En 1998, el organismo Gestor de Infraestructuras Ferroviarias, decidió que la primera parada del AVE Madrid-Barcelona fuese Yebes, una minúscula localidad a ocho kilómetros de Guadalajara. La idea fue tan sorprende como absurda: la misma Guadalajara contaba con 67.000 habitantes, mientras Yebes tenía apenas 217 vecinos -actualmente tiene unos 525-.
Aguirre, otra vez
En esta trama otra vez sale el nombre de Esperanza Aguirre, si bien aflora indirectamente. Y es que su marido, Fernando Ramírez de Haro, era el sobrino de Teresa Micaela Valdés, la propietaria el enclave en el que desembocaría el AVE. Ramírez de Haro también salía favorecido por el trato: las 1610 hectáreas que él y sus hermanos tenían en la zona se revalorizaron.
Fuente: www.elplural.com
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