viernes, 21 de enero de 2011

DURO EDITORIAL SOBRE LAS FILAS SOCIALISTAS

Sólo 331 militantes avalan la lista de Valencia en una votación que apenas mueve al 30% del PSPV


La candidatura sale con el 61,8% de los votos emitidos- Récord de baja participación, menos de la mitad que en primarias - Afines a Broseta lo acusan en la ejecutiva de falta de autonomía - A Calabuig no le dejaron votarse porque llegó tarde de Fitur, toda una metáfora

FRANCESC ARABÍ En los partidos políticos sólo hay un estado de salud peor que el conflicto: la indiferencia, la deserción por ilusiones y aspiraciones capadas. Esa depresión colectiva que acampa cuando la inercia, los vicios, la condición humana, los egos hinchados por el espejo, las expectativas defraudadas o las encuestas que chocan con gobiernos perpetuados como régimen succionan las energías. Es la radiografía del PSPV de Valencia, que ayer, en la votación de la candidatura municipal evidenció que cada día resulta más difícil cumplir aquella proclama con la que un militante retrató la situación tras una de las tantas catástrofes vividas en los últimos años: «Hemos tocado fondo y seguimos escarbando».
La candidatura que encabezan Joan Calabuig y Salvador Broseta se presenta el 22 de mayo con el propósito de movilizar a los más de 580.000 ciudadanos con derecho a voto en Valencia. Ayer, apenas motivó a 539 militantes de los 1.762 censados —el 30,6%— para ir a votar en las 17 agrupaciones de la ciudad. Sólo esos quisieron participar en el referéndum sobre la lista que proponía la ejecutiva. Y de ellos, apenas 331 la avalaron (el 61,8%). 145 dijeron no (27,1%) y 57 votaron en blanco (10,6%). La participación no llegó ni a la mitad de la registrada en las primarias de octubre, en las que Calabuig se impuso a Manuel Mata, proceso en el que tomaron parte 1.251 afiliados.
La refundación del PSPV se saldó con 300 bajas. Ahora, la raquítica participación retrata un partido sin músculo tísico y moribundo. En agrupaciones como Jesús, Ciutat Vella, Patraix o Camins al Grau le dieron una bofetada a la candidatura. En la última sólo hubo cuatro votos a favor. En Jesús, ocho.

El no de un tercio de la dirección
Ni siquiera el candidato a alcalde, Joan Calabuig, pudo votarse. Se dejó caer por la sede de l´Eixample y no le permitieron participar. Venía de Madrid, del certamen de turismo Fitur y llegó tarde. Toda una metáfora de la situación del PSPV. Las únicas horas de paz desde que ganó las primarias las ha pasado Calabuig en la feria. El resto, un calvario. En declaraciones a este diario, el candidato admitió que estos son «procesos difíciles, pero estoy contento y satisfecho. Ahora toca trabajar mucho y generar ilusión». El secretario de la ciudad, Salvador Broseta, número dos de la lista, vivió ayer la ejecutiva en la que se aprobó la lista como una tortura. Salió con 22 votos a favor, cuatro en contra y dos abstenciones. Ocho miembros de la dirección ni acudieron. Fue la mejor noticia para Broseta. Sólo 22 de 35 dirigentes dieron el sí. No fue lo peor. La mayor desgracia llegó cuando, en pleno aquelarre, a Broseta le estalló políticamente la mano derecha.
Porque uno de los dos vicesecretarios y jefe del programa electoral, Carlos González Triviño, no sólo votó en contra sino que, tras quedar fuera, anunció que deja el cargo de asesor municipal. Triviño recriminó a Broseta haber traicionado el proyecto de cambio con el que llegó a la dirección patrocinado por Alarte. Algunos de los otros que votaron en contra (Amparo Molla, Maribel Romero y Palmira Muñoz) o se abstuvieron (Antoni Pla) hablaron de falta de participación y democracia interna al elaborar la candidatura. Todas estas voces disidentes están en la órbita de Alarte y Broseta. El secretario general defendió que en la lista están «los mejores para modernizar Valencia y reactivar la economía y el empleo». «Un equipo que aúna experiencia en la gestión y veteranía en los movimientos sociales con una nueva hornada de socialistas valencianos», agregó.
Al testaferro político del secretario de país en la ciudad también lo culpan de no defender un espacio de autonomía respecto a Alarte. Por ejemplo, quienes vieron como sus propuestas de nombres salían perjudicadas porque se colaba en el número ocho Félix Estrela, de FSP-UGT. Alarte telefoneó a Broseta para decirle que se había comprometido a que Estrela iba el ocho. El trato lo cerró Alarte con representantes de esa familia que, cuando ayer tomaron el ascensor de la sede de Blanquerías, pulsaron el 4 en vez del 2, donde tiene despacho Broseta. Sabían que negociar en la cuarta cunde el doble que en la segunda.
Noticia publicada en www.levante-emv.com

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