martes, 13 de diciembre de 2011

La orfandad de Camps

Ayer no hubo senyeres, ni concentraciones de simpatizantes, ni miembros del Consell que arropasen a Francisco Camps a la puerta del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) ante del inicio del juicio de los trajes vinculado al caso Gürtel. La postal distó mucho ayer de ser la de mayo de de 2009, cuando el entonces presidente de la Generalitat acudió a declarar al TSJ acompañado por sus tres vicepresidentes, la cúpula del PP regional y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, entre vítores de alcaldes, cargos públicos y simpatizantes. Camps se tuvo que conformar en la primera sesión del juicio con jurado con el apoyo de su familia y de un puñado de cargos públicos en declive.
El ex presidente acudió al TSJ con voluntad de defenderse de los cargos que se le imputan como si fuese un ciudadano normal y “tranquilo”, según confesó él mismo a la puerta del edificio judicial. Pero también consciente de que para muchos de sus antiguos correligionarios ha pasado a ser un militante más del Partido Popular despojado del inmenso poder que llegó a acumular.
Por ello, Camps optó por no utilizar el coche oficial que tiene a su disposición como ex presidente y acudió al Tribunal Superior de Justicia en un automóvil particular, un BMW blanco, conducido por Juan Cotino en condición de amigo íntimo más que de presidente de las Cortes. Del coche bajaron Camps y su abogado Javier Boix que fueron recibidos por la mujer del expresidente Isabel Bas y un reducido grupo de fieles.
El vicepresidente de la Mesa de las Cortes y ex consejero de Educación, Alejandro Font de Mora; la ex consejera de Cultura, Trinidad Míró; la diputada Esther Franco —esposa del ex número dos de Ràdio Televisió Valenciana Vicente Sanz— y la directora del IVAM, Consuelo Ciscar, fueron algunos de los pocos cargos que acudieron a arropar a Camps, que también estuvo acompañado por Pablo Landecho y Henar Molinero, dos de sus cargos de confianza en Presidencia, y el responsable de Ciegsa y amigo íntimo, José Luis Guardiola.
Una pequeña corte que ni siquiera estuvo presente cuando llegó Ricardo Costa al TSJ, acompañado de su abogado, minutos después. Mientras, los principales cargos del PP valenciano se dirigían a Madrid para escuchar a Mariano Rajoy en la Junta Directiva Nacional.
Más atentos a lo que decía Rajoy que del juicio de Camps
Los principales cargos del PP valenciano estuvieron pendientes durante las primeras horas de la mañana de la entrada de Camps y Costa en el TSJ a través de los teléfonos móviles y otros dispositivos con internet. Una atención que fue disminuyendo a medida que pasaban las horas y dentro del Tribunal Superior de Justicia el inicio del juicio con jurado se ralentizaba y la actualidad seguía proporcionando nuevos focos de atención. Primero fue la decisión de la Casa Real de apartar a Iñaki Urdangarin de los actos oficiales hasta que no se aclare su implicación en el caso Nóos, pero lo que desvió rápidamente la atención de los populares fueron las palabras de Mariano Rajoy.
Según varios cargos valencianos que acudieron a la Junta Directiva Nacional del PP, fueron pocos los que preguntaron por Camps, pendientes como estaban todos de los nombramientos decididos por Mariano Rajoy en las Mesas del Congreso y del Senado y en la dirección del grupo parlamentario.
Unos nombramientos en los que solo se incluyó al valenciano Ignacio Gil Lázaro como secretario primero de la Mesa del Congreso de los Diputados. Una situación que permite al vicesecretario nacional de Comunicación del PP, Esteban González Pons, aspirar a una cartera en el futuro Gobierno de Mariano Rajoy. Situación que insufló optimismo a la delegación valenciana, que se reunió tras el cónclave popular en la calle Génova para a comentar de forma distendida las posibilidades que abre el nuevo escenario.
Fabra, ponente
En la misma reunión, el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, fue designado como uno de los tres responsables de la ponencia de Estatutos que se debatirá en el congreso nacional del PP el próximo mes de febrero en Sevilla. Una decisión que fue recibida con satisfacción porque permitirá a Fabra trasladar la esencia del cónclave de Sevilla a los congresos autonómico y provinciales en los que debe consolidar su poder.
Durante la jornada de ayer, tan solo dos cargos tuvieron, públicamente, palabras de ánimo para Camps. El propio Fabra y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. El resto optó por guardar silencio y no alimentar el ruido sobre el inicio del juicio al ex presidente de la Generalitat, incluido el portavoz en las Cortes Valencianas, Rafael Blasco, cuya esposa si se acercó al TSJ.


Noticia publicada en www.elpais.com

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