Revuelta en la Iglesia contra los obispos por el aborto y la libertad
Revuelta en la Iglesia contra los obispos por el aborto y la libertad
Teólogos y católicos de base culpan a la jerarquía del descrédito de la institución - Critican la primacía de la moral religiosa sobre la ética cívica común a todos
Teólogos y católicos de base culpan a la jerarquía del descrédito de la institución - Critican la primacía de la moral religiosa sobre la ética cívica común a todos
La jerarquía católica está sumida en el descrédito, y sus fieles desconcertados o dolidos. Éste es el panorama que dibujan dos manifiestos firmados en las últimas semanas por iglesias de base y personalidades muy comprometidas con el catolicismo romano en España. El primero se titula A propósito del aborto; el segundo, Ante la crisis eclesial. En muy primer plano de la polémica figura la actitud episcopal ante la reforma de la llamada ley del aborto, contra la que la Conferencia Episcopal ha tocado a rebato con ardor.
"Somos conscientes de que este escrito es un procedimiento extraordinario, pero también es extraordinaria la causa que lo motiva. La pérdida de credibilidad de la institución católica está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito puede servir de excusa a muchos que no quieren creer, pero es también causa de dolor y desconcierto para muchos creyentes", dice el segundo de los manifiestos, rubricado por 300 personas.
Los obispos se sienten acosados, incluso perseguidos, por el poder político y legislativo. Pero la realidad es que los mayores reproches les llegan de entre sus filas. Entre los firmantes de este manifiesto hay destacados teólogos, pero también relevantes figuras de congregaciones religiosas de abolengo: jesuitas (Juan Antonio Estrada, José Ignacio González Faus, Juan Masiá y Xavier Alegre), dominicos (Quintín García), benedictinos (Hilari Raguer), franciscanos (José Arregui) o claretianos (Evaristo Villar y Benjamín Forcano), entre otras. Las rúbricas, por orden alfabético, ocupan 10 folios, con gran presencia femenina. También lo firman los principales dirigentes de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Julio Lois (presidente) y Juan José Tamayo (secretario general), el senador Imanol Zubero, del PSOE, y el diplomático Yago Pico de Coaña de Velicourt.
Antes de analizar los motivos de la crisis eclesiástica y de señalar a los responsables, los firmantes hacen una declaración de fidelidad. Dicen: "El amor a una madre enferma no consiste en negar o disimular su enfermedad sino en sufrir con ella y por ella. Si deseamos una Iglesia mejor no es para militar en el club de los mejores, sino porque el evangelio de Dios en Jesucristo se la merece".
La causa principal de la crisis les parece claro que es "la infidelidad al Vaticano II y el miedo ante las reformas que exigía". Afirman: "Ya durante el Concilio se hicieron durísimas críticas a la curia romana. Más tarde Pablo VI intentó poner en marcha una reforma de esa curia, que esta misma bloqueó. Si algún error grave se cometió en los pontificados anteriores [al de Benedicto XVI] fue precisamente el dejar bloqueada esa urgente reforma del entorno papal". La consecuencia, según el manifiesto, "es el injusto poder de la curia romana sobre el colegio episcopal, que deriva en una serie de nombramientos de obispos al margen de las iglesias locales, y que busca no los pastores que cada iglesia necesita, sino peones fieles que defiendan los intereses del poder central y no los del pueblo de Dios".
Entre las consecuencias "cada vez más perceptibles" de esa deriva subrayan la doble actitud de mano tendida hacia posturas lindantes con la extrema derecha autoritaria ("aunque sean infieles al evangelio e incluso ateas"), y los "golpes inmisericordes" contra todas las posturas afines a la libertad evangélica, a la fraternidad cristiana y a la igualdad entre todos los hijos de Dios, "tan clamorosamente negada hoy".
Otra consecuencia es "la incapacidad para escuchar", que hace que la institución esté cometiendo "ridículos mayores que los del caso Galileo". Tesis del manifiesto: Galileo tenía razón en su intuición sobre el movimiento de los astros, pero no la tenía en sus argumentos. En cambio, hoy la ciencia suministra datos que la curia romana prefiere desconocer: por ejemplo en problemas referentes al inicio y al fin de la vida. La consecuencia es que "la proclamada síntesis entre fe y razón se ve así puesta en entredicho".
Un asunto vital es el de la libertad interna. Proclaman: "Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho 'apacienta mis ovejas', los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas. Ni que el místico san Bernardo escribiera al Papa que no parecía sucesor de Pedro sino de Constantino".
Pese a todo, los 300 expresan su esperanza. "No vamos a romper con la Iglesia, ni aunque hayamos de soportar las iras de parte de su jerarquía. Podemos superar estos momentos duros sin perder la paciencia ni el buen humor ni el amor hacia todos, incluidos aquellos cuyo gobierno pastoral nos sentimos obligados a criticar. Más allá de los diagnósticos, quisiéramos ayudar a actitudes de fe animosa y paciente para estas horas negras del catolicismo romano".
El manifiesto sobre la actitud episcopal ante la reforma de la ley del aborto es obra de la Iglesia de Base de Madrid, que agrupa a miles de fieles. "Tenemos que reconocer que no todas las comunidades mantenemos exactamente la misma postura en este tema y en todos sus detalles. Coincidimos, no obstante, en que las opiniones de la jerarquía sobre el aborto no representan la opinión de la totalidad de la comunidad católica", dice en primer lugar.
Partiendo del principio de que "el aborto es un fenómeno complejo con implicaciones personales, sociales, políticas y religiosas", piden que los puntos de vista sobre la cuestión se expresen "sin convertirlo en campo exclusivamente propio".
Concluyen: "Se debería respetar la distinción entre los planos jurídico y ético, científico y religioso. El aborto no es un tema exclusivamente cristiano. Para regularlo debe primar la ética cívica, común a todos los ciudadanos, sobre la moral religiosa, específica de cada creencia. Nadie debería hacer bandera política ni religiosa de este tema tan profundamente humano y por nadie deseado. Nos oponemos decididamente a la excomunión y exigimos que esa pena desaparezca del Código de Derecho Canónico. Finalmente, consideramos fundamental la información y formación de todos los ciudadanos sobre este tema".
"La pérdida de credibilidad está alcanzando cotas preocupantes"
- Descrédito. "La pérdida de credibilidad de la institución católica, que los medios de comunicación han convertido ya en oficial, está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito es causa de dolor y desconcierto".
- Libertad. "Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho 'apacienta mis ovejas', los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas".
- Aborto. "El aborto no es un tema exclusivamente cristiano. A la hora de regularlo debe primar la ética cívica, común a todos los ciudadanos y ciudadanas, sobre la moral religiosa, específica de cada creencia. Corresponde al Parlamento legislar sobre este tema".
- Excomunión. "Nadie debería hacer bandera política ni religiosa de este tema tan profundamente humano y generalmente por nadie deseado. Como católicos, nos oponemos decididamente a la excomunión y exigimos que esa pena desaparezca del Código de Derecho Canónico".
Los obispos se sienten acosados, incluso perseguidos, por el poder político y legislativo. Pero la realidad es que los mayores reproches les llegan de entre sus filas. Entre los firmantes de este manifiesto hay destacados teólogos, pero también relevantes figuras de congregaciones religiosas de abolengo: jesuitas (Juan Antonio Estrada, José Ignacio González Faus, Juan Masiá y Xavier Alegre), dominicos (Quintín García), benedictinos (Hilari Raguer), franciscanos (José Arregui) o claretianos (Evaristo Villar y Benjamín Forcano), entre otras. Las rúbricas, por orden alfabético, ocupan 10 folios, con gran presencia femenina. También lo firman los principales dirigentes de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Julio Lois (presidente) y Juan José Tamayo (secretario general), el senador Imanol Zubero, del PSOE, y el diplomático Yago Pico de Coaña de Velicourt.
Antes de analizar los motivos de la crisis eclesiástica y de señalar a los responsables, los firmantes hacen una declaración de fidelidad. Dicen: "El amor a una madre enferma no consiste en negar o disimular su enfermedad sino en sufrir con ella y por ella. Si deseamos una Iglesia mejor no es para militar en el club de los mejores, sino porque el evangelio de Dios en Jesucristo se la merece".
La causa principal de la crisis les parece claro que es "la infidelidad al Vaticano II y el miedo ante las reformas que exigía". Afirman: "Ya durante el Concilio se hicieron durísimas críticas a la curia romana. Más tarde Pablo VI intentó poner en marcha una reforma de esa curia, que esta misma bloqueó. Si algún error grave se cometió en los pontificados anteriores [al de Benedicto XVI] fue precisamente el dejar bloqueada esa urgente reforma del entorno papal". La consecuencia, según el manifiesto, "es el injusto poder de la curia romana sobre el colegio episcopal, que deriva en una serie de nombramientos de obispos al margen de las iglesias locales, y que busca no los pastores que cada iglesia necesita, sino peones fieles que defiendan los intereses del poder central y no los del pueblo de Dios".
Entre las consecuencias "cada vez más perceptibles" de esa deriva subrayan la doble actitud de mano tendida hacia posturas lindantes con la extrema derecha autoritaria ("aunque sean infieles al evangelio e incluso ateas"), y los "golpes inmisericordes" contra todas las posturas afines a la libertad evangélica, a la fraternidad cristiana y a la igualdad entre todos los hijos de Dios, "tan clamorosamente negada hoy".
Otra consecuencia es "la incapacidad para escuchar", que hace que la institución esté cometiendo "ridículos mayores que los del caso Galileo". Tesis del manifiesto: Galileo tenía razón en su intuición sobre el movimiento de los astros, pero no la tenía en sus argumentos. En cambio, hoy la ciencia suministra datos que la curia romana prefiere desconocer: por ejemplo en problemas referentes al inicio y al fin de la vida. La consecuencia es que "la proclamada síntesis entre fe y razón se ve así puesta en entredicho".
Un asunto vital es el de la libertad interna. Proclaman: "Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho 'apacienta mis ovejas', los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas. Ni que el místico san Bernardo escribiera al Papa que no parecía sucesor de Pedro sino de Constantino".
Pese a todo, los 300 expresan su esperanza. "No vamos a romper con la Iglesia, ni aunque hayamos de soportar las iras de parte de su jerarquía. Podemos superar estos momentos duros sin perder la paciencia ni el buen humor ni el amor hacia todos, incluidos aquellos cuyo gobierno pastoral nos sentimos obligados a criticar. Más allá de los diagnósticos, quisiéramos ayudar a actitudes de fe animosa y paciente para estas horas negras del catolicismo romano".
El manifiesto sobre la actitud episcopal ante la reforma de la ley del aborto es obra de la Iglesia de Base de Madrid, que agrupa a miles de fieles. "Tenemos que reconocer que no todas las comunidades mantenemos exactamente la misma postura en este tema y en todos sus detalles. Coincidimos, no obstante, en que las opiniones de la jerarquía sobre el aborto no representan la opinión de la totalidad de la comunidad católica", dice en primer lugar.
Partiendo del principio de que "el aborto es un fenómeno complejo con implicaciones personales, sociales, políticas y religiosas", piden que los puntos de vista sobre la cuestión se expresen "sin convertirlo en campo exclusivamente propio".
Concluyen: "Se debería respetar la distinción entre los planos jurídico y ético, científico y religioso. El aborto no es un tema exclusivamente cristiano. Para regularlo debe primar la ética cívica, común a todos los ciudadanos, sobre la moral religiosa, específica de cada creencia. Nadie debería hacer bandera política ni religiosa de este tema tan profundamente humano y por nadie deseado. Nos oponemos decididamente a la excomunión y exigimos que esa pena desaparezca del Código de Derecho Canónico. Finalmente, consideramos fundamental la información y formación de todos los ciudadanos sobre este tema".
"La pérdida de credibilidad está alcanzando cotas preocupantes"
- Descrédito. "La pérdida de credibilidad de la institución católica, que los medios de comunicación han convertido ya en oficial, está alcanzando cotas preocupantes. Este descrédito es causa de dolor y desconcierto".
- Libertad. "Durante gran parte de su historia, la Iglesia fue una plataforma de palabra libre. Hoy nadie creerá que un santo tan amable como Antonio de Padua pudiera predicar públicamente que mientras Cristo había dicho 'apacienta mis ovejas', los obispos de su época se dedicaban a ordeñarlas o trasquilarlas".
- Aborto. "El aborto no es un tema exclusivamente cristiano. A la hora de regularlo debe primar la ética cívica, común a todos los ciudadanos y ciudadanas, sobre la moral religiosa, específica de cada creencia. Corresponde al Parlamento legislar sobre este tema".
- Excomunión. "Nadie debería hacer bandera política ni religiosa de este tema tan profundamente humano y generalmente por nadie deseado. Como católicos, nos oponemos decididamente a la excomunión y exigimos que esa pena desaparezca del Código de Derecho Canónico".
Fuente: El País
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